lunes, septiembre 06, 2004

Mecanicismo

A veces el destino, o su hermano mayor el azar, te enfrenta a casualidades que no terminas de decidir apariencias o aparentes. Hoy se cumple una semana de mi vuelta a la ciudad sin ánimo ni ánima para retornar a la rutina del despertador, autobús y monitor. De nuevo se iban a apoderar de mí las mismas caras inexpresivas con sus monotemáticos temas de trabajo, fútbol y, dadas las fechas, viajes consumidos tras el objetivo de una cámara.

Agotado tras el transcurso del primer cuarto de hora, me ponía a vagabundear por las tres uvedobles a la búsqueda de una dirección que era incapaz de recordar. Hacía poco más de un año que había dado con ella. Se trataba de una página donde un madrileño contaba sus días de veraneo buceando en Canarias. Me pareció una buena forma de pasar el próximo cuarto de hora. Vano intento, al menos en apariencia -de nuevo el aparente azar-.

Tras la palabra 'baco' escrita en el buscador, encontraba otra página. Desde esta página llegué a otra, desde esta a una nueva y decidí que quizás el tercer cuarto de hora de mi regreso podría aprovecharlo escribiendo. Este ha sido el camino que ha llevado a ocupar un cuarto de hora a veces, otras dos y las más cuatro cuartos de mis mañanas a leer historias colgadas en la red. Entre aquellos cuartos me atreví a colgar mis propias notas, más o menos insulsas sin más pretensiones que ocupar esos cuartos de huída de mesa de oficina. Incluso llegué a dejar algún comentario anexo a un par de páginas. Una de ella me había llevado a escribir sobre algo que ya casi no recordaba.

Durante mi paseo por los quince minutos de la tarde por mi particular cuarto de hora, encontraba un uno donde debía haber un cero. El contador había sido incrementado. Mi nota tenía un anexo. Alguien había estado allí. ¿Azar? Cuando la leí supe que seguimos viviendo un universo amargamente mecanicista.

Aquella mañana había vuelto al blog de Menudida y su nueva entrega me había llevado a escribir la mía de ese día, aunque fuera incapaz de recordar como se deletreaba 'corazón' y 'lamerte'. Como muestra de gratitud dejé un anexo de agradecimiento por devolverme el recuerdo de aquellas palabras. Alguien leyó mi anexo y acudió a mi página e incrementó mi cero, dejando un uno. Fue precisamente el autor de la primera página que leí y que me llevó a esta otra donde volví a recordar. Fácil que la persona que recomiende una página vuelva a ella, y en este devenir encuentre la mía, si dejo un anexo.Todo esto simplemente para agradecerte, mi estimado Baco, tu paciencia por leerme y dedicarme algún minuto de tus cuartos de hora. Gracias.


Sí Einstein, Dios no juega a los dados.