martes, septiembre 28, 2004

Melenita lacia

Un compañero de oficina, raras veces de café y tertulia -suelo tomar pocos cafés-, ha vuelto esta semana de Thailandia. Es uno de esos tipos que hablan con una seguridad aprendida, creyéndose lo que dicen en un tono siempre dos puntos por encima de lo considerado correcto. Cuando te acercas a realizar alguna consulta de su área o alguna petición, raras veces no levanta la mirada de su precioso monitor TFT de quince pulgadas antes del transcurso de cinco minutos. Parece que es su forma de hacerse o de sentirse importante, al menos conmigo. Y cuando lo hace, su voz de barítono y su mirada de suficiencia siempre me provoca la misma pregunta: ¿por qué narices tengo que aguantar a este imbécil?

Con una melenita lacia, que lame sus hombros en cada uno de sus gráciles y encorvados pasos entre los pasillos de la oficina, esta mañana comentaba, dos puntos por encima del tono normal, no sé qué del turismo sexual en Thailandia. He terminado de llenar mi jarra de agua y he dejado el office. No quería oír el relato de su gran y magnífico paso por Thailandia visto y no visto tras el objetivo de una cámara. La última vez que le pregunté por una ciudad me habló de un paisaje de muerte. Era Baranasi, en la India. Supongo que nunca leyó a Pasolini, ni se acercó a un fuego nocturno y crematorio junto a las aguas del Ganges.

1 Comments:

Blogger Elisabeta said...

Paciencia...todos tenemos nuestros "melenitas-lacias-imbeciles" particulares que aguantar...Besitos Adso.

11 de noviembre de 2004, 14:06  

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