martes, octubre 05, 2004

Levedad

Levedad del tiempo que irrumpe en el refrectorium, en la somnolienta hora de la siesta. Una luz tamizada se desploma sobre el suelo desde la ventana, derramando un alo ocre y sucio. Arrojando millones de partículas de polvo. Dejándolas caer. Ausentes. Reales a la luz que las mece frente a mis ojos. Las observo vencido por el sopor que sigue a la mesa recogida y los platos lavados. Un olor denso y negro a café comienza a iluminar la habitación. El crepitar del agua empujando la tapa metálica de la cafetera, me arranca del sillón. Dos cucharadas de azúcar y giros de muñeca. Los circunloquios de la cucharilla en el interior de la taza, recuerdan campanas de oración en la hora nona. Es tiempo de volver a la oficina. Se acabó la levedad, comienza el insoportable ser.