sábado, noviembre 24, 2007

Sueños escapistas

Cuando duerme,
a veces, sus sueños
tocan a la puerta
como pidiendo salir.

Por las bisagras,
la cerradura
o la rendija sobre el suelo,
a veces,
su sombra se escapa.

Baja por la cansada escalera
para asaltar los adoquines de la calle.
Sube a los balcones abiertos al verano.
Se cuela en los hoteles
y rastrea las habitaciones,
olfateando los pasos
que quedaron sobre la moqueta.

Son a veces las seis
y cuando sale el sol
se la encuentra,
la saluda
y con la escarcha del amanecer,
los dos caminan sobre la fría acera.

Reloj de agua

El sonido seco de una gota cayendo, ahoga el runruneo del frigorífico. Como un reloj de agua, marca el tiempo que escucha una figura en penumbra sentada al borde de la cama, contando los silencios que siguen a cada caída. No hay nada más, cuando un coche golpea el empedrado de la calle estrecha al tomar la curva que lo aleja. Otra vez la caída y la explosión de una nueva gota que amenaza con desbordar el tiempo a un dedo del borde del cacharro que la espera.
La figura permanece sentada,
aguardando la siguiente.
Siempre la siguiente.
Inmóvil.
Vacía.